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MUTEK. UN ESPECTADOR ACTIVO MEDIANTE LA INTERACTIVIDAD QUE PROPONE CADA SOPORTE

Quedan en la retina imágenes en movimiento que el intelecto sabe fueron generadas de un modo diferente al que estamos acostumbrados en las artes plásticas, y surgen muchas preguntas, como siempre que nos enfrentamos a una obra de arte.


Entre 1740 y 1748 la Guerra de Sucesión Austriaca enfrentó a las potencias europeas. A través del Acuerdo de Aquisgrán los monarcas acordaron firmar la paz. El Rey Jorge II de Inglaterra encargó una celebración conmemorativa que constaba de un castillo de fuegos artificiales con música: el castillo y los fuegos estuvieron en manos del Duque de Montagu y la música a cargo de Händel. El Duque confió a a Giovanni Niccolo Servandoni el diseño del espacio, quien optó por una estructura de madera donde tendrían lugar los fuegos artificiales y cuya fachada contendría imágenes de los dioses griegos, el Rey y el propio Duque. Por su parte Händel, que ya era un afamado compositor en Inglaterra, decidió conformar una partitura que constase de Obertura, Bourrée, La Paix, la Réjouissance y Menuet I/II. El 27 de abril de 1749, en el Green Park de Londres se estrenó Música para los Reales Fuegos Artificiales con una orquesta dirigida por el propio Händel frente al edificio creado por Servandoni, decorado por Andrea Casali y Andrea Soldi y los fuegos artificiales diseñados por Gaetana Ruggieri y Giuseppe Sarti.

Este es uno de los antecedentes de cruce de disciplinas más curioso dentro de la música clásica, que incluso en la actualidad se interpreta en excepcionales ocasiones del mismo modo que en el siglo XVIII. Otro ejemplo más cercano a nuestros días lo encontramos en el trabajo de David Bowie, pionero dentro del Glam. Su búsqueda se caracterizaba por dar igual relevancia a su música que a su estética, al punto de que su estética era también parte de su música.

Hoy, la tecnología ofrece herramientas que ni Händel ni Bowie podrían haber soñado. Y aquí en Buenos Aires pudimos experimentar lo que desde hace años MUTEK viene realizando en distintas partes del mundo. Este festival de creatividad digital se realiza en distintos edificios públicos y privados, donde se resignifica la arquitectura a través de la imagen y el sonido. Mientras que en el Planetario se llevaron a cabo proyecciones fulldome de Hiroaki Umeda de Japón, en el CCK se presentaron obras en realidad virtual. La experimentación electrónica contemporánea tuvo lugar en La Tangente y Nonotak -el dúo integrado por la ilustradora francesa Noemi Schipfer y el músico y arquitecto japonés Takami Nakamoto- ofreció una conferencia en FADU.



El Palacio Alsina, emblemático edificio del siglo XIX diseñado por el arquitecto Guillermo Álvarez (su nave central con pantalla LED vertical que ocupa pared y techo) fue el escenario de la programación correspondiente a la sección PLAY. Allí se presentaron, entre otros, Push 1 Stop & Wiklow, un dúo que subyugó con su obra Membrane a todos los presentes. Push 1 Stop es Cadie Desbiens-Desmeule una artista que trabaja con procesos generativos, performance, site specific, instalaciones y espacios inmersivos. Wiklow es Michael Dean, un compositor que también trabaja con procesos generativos, performance, multimedia y que se ha formado en el MIT en música y tecnología. Ambos dieron lugar a una obra de imagen y sonido formada a través de algoritmos.

Para alguien como yo, que viene del campo de las artes visuales, fue necesario consultar con espectadores entendidos en la materia a fin de poder discernir si mi fascinación con las imágenes y los sonidos se correspondieran con la calidad de las obras.

Utopía Drone, una joven especialista en la utilización de drones, se fue encantada con la programación de cada jornada: “el viernes la experiencia fue fundamentalmente visual. El sábado la música tomó protagonismo, pero siempre en tándem con las imágenes, las luces y la arquitectura.” Y señaló especialmente “la organización y el profesionalismo de los artistas”.

El artista Max Parlagreco destacó la performance audiovisual de Push 1 stop & Wiklow, a la cual describió como “una experiencia sensorial e inmersiva cuyo eje temático de desarrollo fue la proyección sobre materiales traslúcidos. Las formas algorítimicamente creadas traspasaron la bidimensionalidad de la pantalla y flotaron sobre el público a través de nubes de humo mientras el sonido -mediante la oscilación entre tonalidades- alcanzaba graves que influyeron directamente en la fisiología y percepción del público. El manejo de la luz fue excepcional y da cuenta de un largo proceso de investigación y experimentación donde arte, tecnología, diseño y arquitectura se funden innovadoramente.” También subrayó el “criterio de selección que tiene en cuenta la igualdad de género” para los artistas que intervinieron en MUTEK, y “las cinco experiencias en realidad virtual con una gran variedad de temáticas y estéticas creadas por artistas de distintas nacionalidades” que tuvieron lugar en el CCK.

Coincido con Parlagreco en que MUTEK “invita a generar un espectador activo mediante la interactividad que propone cada soporte (donde) uno puede trasladarse por las construcciones espaciales imaginarias que cada creador propone”. Por ello, me interesaba conocer la presentación del sábado de Tomas Putruele, a quien sí había visto con anterioridad en el contexto de un Open Studio de artistas visuales. Conocido como líder de Banda de Turistas, Putruele ha desarrollado una carrera en la música electrónica, diseño sonoro y composición de música para publicidades y largometrajes. Su show en vivo, en el cual una serie de circuitos orgánicos modularon el espacio cuántico multiplicándolo en sinuosas partículas sonoras, cautivó a los asistentes.

Quedan en la retina imágenes en movimiento que el intelecto sabe fueron generadas de un modo diferente al que estamos acostumbrados en las artes plásticas, y surgen muchas preguntas, como siempre que nos enfrentamos a una obra de arte. En mi primera jornada de MUTEK me preguntaba ¿cómo se habría sentido un espectador del siglo XVIII ante el concierto de Händel y esos fuegos artificiales que seguían el ritmo de la música de principio a fin? ¿Habrán experimentado la misma sorpresa que yo ante Push 1 Stop & Viklow?

En el año 1987 vi el concierto de los Reales Fuegos de Artificio en el Hipódromo de Palermo junto a 130.000 personas y es algo que aún me emociona. Recuerdo el cielo iluminado durante todo el concierto, las imágenes que se sucedían en cada movimiento, y me cuesta dimensionar lo que habría sido ese mismo concierto 238 años atrás. Lo que sí me animo a afirmar es que Händel no desentonaría hoy en MUTEK, porque la impronta que tuvieron todos los protagonistas estuvo a la altura de los grandes maestros.

Mutek Buenos Aires del 12 al 14 de septiembre de 2019

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