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ROSAS DE SIRIA

En Occidente, se dice que todos los orientales son iguales. Chinos, japoneses, coreanos, taiwaneses, suelen ser ubicados dentro de una misma tipología: asiáticos. Y olvidamos que Asia está compuesto por cuarenta y nueve países: Mongolia, Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Myanmar, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Vietnam, India, Bangladesh, Afganistán, Pakistán, Sri Lanka, Maldivas, Nepal, Bután, entre otros.


¿Qué tienen en común, entonces, chinos y japoneses, coreanos y taiwaneses?

Con solo echar un vistazo a alguna de sus expresiones culturales como la vestimenta o la comida, nos damos cuenta de que el kimono no es el hanbok, ni lo que llamamos sushi es lo que se come en Okinawa.


Pese a lo poco que conozco acerca de los países asiáticos, me atrevo a afirmar que entre ellos hay diferencias tan acentuadas como las que existen entre orientales y occidentales.


Recientemente, la joven editorial Hwarang ha presentado la primera traducción de cuentos coreanos cuyas autoras son reconocidas como pioneras del feminismo en su país. Sus biografías dan cuenta de vidas duras, protagonizadas por mujeres que terminaron vagando por las calles o en una institución psiquiátrica.

Nicolás Braessas, editor de Hwarang y traductor literario, comenzó a interesarse por la literatura coreana y se dio cuenta que había muy poco material traducido al español, incluso que a veces eran malas traducciones y carecían de una línea coherente. Surgió entonces la idea de un sello editorial que reuniese un catálogo más cercano a nuestros intereses latinoamericanos, al tiempo que permitiesen acercarnos a esa otredad que representa una cultura tan lejana como la coreana.


Hwarang era el nombre bajo el cual se conocía a un grupo de guerreros poetas cuya misión era salvaguardar lo más importante de su cultura. Estos guerreros existieron en el antiguo reino de Silla y su traducción literal es “muchachos flor”.

Es curioso para nosotros, que utilizamos mucho las fechas, entender que en Corea los hechos históricos están enmarcados en los períodos de los reinos y a veces esos reinos coinciden con el nombre de regiones, como es el caso de Joseon.

La Dinastía Joseon se extendió a lo largo de cinco siglos -resistiendo las invasiones de Japón en 1592 y de Manchuria en 1636- y constituye los cimientos de lo que conocemos hoy como la cultura coreana.


Fue durante la dinastía Joseon que se utilizó por última vez el Trono del Fénix, ya que luego de las invasiones japonesas de 1920 se prohibió el coreano y ya no hubo descendientes del emperador ni de su corte. Pero queda el trono, hoy emplazado en Gyeongbokgung -uno de los cinco palacios de Seúl- como prueba de la exquisita expresión artística coreana.

Las cinco montañas, el sol y la luna, a espaldas del asiento del emperador, contextualizaban el mundo ideal del cual provenía y al cual aspiraba llevar a su pueblo.

Este paisaje es conocido como Irworobongdo y fue el que acompañó a todos los emperadores de Joseon. Como pintura y como telón, hay historiadores que sostienen cumplía un rol fundamental: ante la prohibición de mirar al emperador a los ojos, este hermoso paisaje ideal facilitaba que las personas fijaran su mirada en la pintura.

Esta pintura fue realizada por los pintores de palacio, pero sus motivos son los mismos que pintores anónimos utilizaron desde los inicios de nuestra era. Minhwa es el nombre que se asigna a la pintura popular coreana y sus primeros registros datan del año 900.

Cuenta la leyenda que la imagen de un guerrero proveniente de tierras lejanas -presumiblemente árabes- era la representación más buscada para la protección de los hogares coreanos. Su rostro era reproducido incansablemente con tinta sobre papel, y éste adherido con una suerte de engrudo a la pared del frente del hogar.

Luego se añadieron otros elementos y la composición se complejizó.

Quizás se deba a la fe depositada en los símbolos de estas pinturas y en lo que cada uno de éstos atraía para la gente lo que hizo que la tradición Minhwa llegue a nuestros días.

Hoy, en el Centro Cultural Coreano de Buenos Aires se puede recorrer una exhibición de pinturas Minhwa recibidas desde la Academia de Keimyung de la Universidad de Corea, donde se preserva y se difunde este arte popular.


Minhwa no es solo pintura decorativa, sino que cada obra tiene un valor protector, edificante y propiciatorio que transmitir.


La exhibición en el CCC comienza con la pintura de un gallo, símbolo de los buenos comienzos, por lo cual es frecuente que sea obsequiado para año nuevo.

En la primera sala, una serie de abanicos con imágenes de paisajes lacustres, patos y flores, permiten alejar la mala suerte.

Frente a ellos, una serie conocida como Chaekgado (libros, plumas, pinceles, tintas y textos), atraerá la sabiduría para aquellos que lo tengan cerca de su espacio de estudio o de trabajo.

Dos pinturas de la dupla Tigre-Urraca conocida como Jakhodo -habitualmente colgados cerca de la puerta de entrada de las casas- son signo de protección y buenos augurios.

Mi pieza preferida es Shipjangsaengdo, algo así como los diez elementos para la longevidad. Ellos son: el ciervo, el sol, la montaña, las grullas, la hierba roja, la tortuga, el pino, el arroyo, las piedras y los duraznos.

En la segunda sala, una serie de obras que representan la vida cotidiana dan cuenta del respeto a la autoridad y las celebraciones en los pueblos.


Alejar lo malo y atraer lo bueno parece ser sencillo a través de las flores. La peonía trae elegancia, la flor de loto, pureza, el crisantemo la nobleza y los lirios azules, romanticismo.

Por su parte, los animales en pareja siempre representan armonía, y si hay crías a su alrededor sellarán la fertilidad de la familia.


7300 años AC en las cuevas de Santa Cruz, los habitantes dejaban prueba de su existencia a través del positivo-negativo de sus manos. Entre el año 400 y el 1470 de nuestra era, en el Noroeste Argentino las culturas Condor-Huasi, La Aguada y Santa María pintaban cerámicas y piedras. Luego llegaría el período de la colonia y con él la pintura religiosa en paredes, madera y telas.


Vale decir que mientras, en lo que hoy llamamos Corea, la dinastía de la Silla Unificada presenciaba los inicios del Minhwa, aquí se acercaba el final de una cultura como La Aguada; a la que le sucedería la última cultura originaria conocida hasta el momento.


Hoy Corea celebra a través de las pinturas Minhwa su identidad, mientras que nosotros carecemos de ese orgullo por lo propio (originario) y popular. Una más de las diferencias que nos separan de Oriente y su sabiduría, a la cual debiéramos de atender con urgencia para que las generaciones futuras conozcan las expresiones artísticas de quienes habitaban estas tierras antes de que un marino desorientado nos confundiese con Oriente y creyese haber llegado a Las Indias.




1Es una planta originaria de Asia, que puede alcanzar entre 2 y 4 metros de altura, y puede crecer como arbusto o árbol de pequeño porte. Generalmente se cultiva en lugares donde los veranos son muy cálidos por sus atractivas flores. Estas pueden ser de varios colores: blancas, rosadas, rojas, violetas, etc. Cada flor tiene una corta vida (alrededor de un día), pero ya que la planta produce muchas siempre podrán apreciarse varias. El período de floración va desde la primavera hasta el otoño. 3​ Hibiscus syriacus es la flor nacional de Corea del Sur, apareciendo en diversos emblemas nacionales. En el himno nacional de este país se compara a Corea con esta flor.4​ El nombre de la flor en coreano es mugunghwa (Hangul: 무궁화; Hanja: 無窮花).

2Hanbok: traje tradicional coreano http://han-association.com/2017/02/02/hanbok-importancia-reinvencion-del-traje-tradicional-coreano/

3Hwarang Editores http://hwarangeditorial.com/

4Trono del Fénix del Emperador de Joseon https://es.wikipedia.org/wiki/Dinast%C3%ADa_Joseon#/media/Archivo:Seoul_Gyeongbokgung_Throne.jpg

5Pintura del sol, la luna y los cinco picos.

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