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RAMONA, UNA POST ADOLESCENTE FANTÁSTICA


En la película Words and Pictures (2013) Juliette Binoche encarna a una artista -Dina Delsanto- que tiene a su cargo la cátedra de arte y Clive Owen a un profesor de literatura -Jack Markus- quien desafía a su colega en la búsqueda de una respuesta definitiva: ¿qué es más relevante, la imagen o la palabra?

Delsanto sostiene que las imágenes estuvieron siempre y fueron la primera forma de comunicación, haciendo referencia a las pinturas rupestres. Markus le refuta señalando que el hombre necesitó de la palabra para expresar su pensamiento, que el resto eran gruñidos para concretar los más primitivos instintos.

¿Qué es entonces más relevante? ¿La imagen? ¿La palabra?

Hace veinte años nacía en nuestro país una publicación que hablaba de arte solo con palabras. Edición tras edición, sus textos fue impresos sobre papel blanco y sin imagen alguna. Ni una.

Vamos a compartir la historia de sus lectores, de quienes hicieron ramona, de quienes la leyeron, de quienes la utilizaron como bibliografía en sus años de estudio y de quienes sin haberla conocido en su versión impresa hoy la siguen en su formato digital. Vamos a leer y tratar de decidir si la razón la tiene Delsanto o Markus.

Agustín González Goytía recuerda que leía ramona cuando salía impresa, en la época que estaba cursando la facultad y le encantaba que no tuviera imágenes, ese hecho le parecía genial. Aún conserva un par de números guardados.

Gabriel Chaile también la leía con regularidad en tiempos de formación: “...estaba bárbaro para enterarme de las convocatorias, me ayudaba mucho cuando era estudiante. Ahora entro para cosas específicas; cuando veo algo en Facebook entro al link. No la llegué a ver impresa”, señala.

También a Juan Miceli le parece fundamental como herramienta educativa: “Cuando empecé a trabajar como artista una amiga me fue pasando fotocopias de artículos que hoy estoy utilizando como bibliografía para la maestría”. Asimismo reconoce en ramona su rol de agenda cultural: “...lo uso como agenda para ver lo que hay que ver y difundo mucho lo que hago, me han acompañado con muy buena onda siempre. Es un archivo, de hecho me autogoogleo allí”

Algo similar le pasa a Jimena Brescia, quien muchas veces recurre a ramona para encontrar registros de sus performances: “A mi me sirve de archivo de mi propio trabajo, me sirve su cronología. Fue desde un inicio una plataforma fundamental para entender algunas cuestiones del sistema del arte, con sus convocatorias, sobre todo cuando recién me inicié. Entender, por ejemplo, cómo se desplegaba el circuito y poder acceder a esa dinámica, de la que si no te quedas afuera. Por otro lado, siempre me permitió comunicar los proyectos autogestivos y de a poco me hice reseñista y escribí bastantes textos. Es como un archivo online de reseñas, textos curatoriales, fotografías de todo lo que va sucediendo, que de otro modo se perdería, se diluiría”.

“Mi primer recuerdo de leer la revista fue cuando estaba en el segundo año de la escuela de Bellas Artes en Quilmes -señala Mariano Goto-. La biblioteca del lugar solía tener un espacio con diferentes publicaciones de arte, la mayoría de poesía visual como Vortex y La Tzara. Cuando apareció en formato digital empecé a consumirla más a menudo.

Es una revista que me gusta, ya que me permite estar informado no solo de las convocatorias y premios, sino que también permite ver el panorama actual de los artistas argentinos. Es una muy buena guía para para descubrir artistas, libros y pensadores”.

Para Gastón Silveyra, “ramona aporta un espacio clave donde visualizar el paradigma del arte contemporáneo”. Le reconoce el haberse constituido desde sus inicios en un importante archivo sobre las dudas, las preocupaciones y los debates que acontencen en el campo artístico contemporáneo en la cultura argentina. También lo afectivo está presente para él, “Mi abuela se llamaba ramona, es un nombre lleno de nostalgia”. Hoy, la revista le ha dado la posibilidad de dar a conocer el proyecto en el que trabaja “Distrito Once”.

“Los inicios de ramona coinciden con mis inicios -señala Paula Pellejero- y encontré en ella un espacio de información y crítica sincero sobre lo que pasaba: Creo que hoy sigue manteniendo ese espíritu. Suelo consultarla con constancia, porque puedo informarme sobre las convocatorias y sobre las muestras que acontecen.”

En 2003 ramona sacó una nota sobre Arte Rata. Publicó el manifiesto y las crónicas de las intervenciones. Para el grupo fue un honor que ramona escribiera sobre estas sencillas intervenciones que no se veían en vivo, -constituyéndose- en las primeras manifestaciones que se dieron a conocer de boca en boca y por mail”.

El valor documental de ramona, reside en la seriedad de quienes crean su contenido. Y el rigor de reseñas y entrevistas adquiere el valor académico, no solo para estudiantes de grado sino también de posgrado.

“Mi tesis giraba en torno a la crítica de arte -nos comparte Celina Marco-. Más específicamente, sobre los artistas del Centro Cultural Rojas en la década del noventa. La realización de la misma, en un momento donde el acceso al material de archivo era nulo, con museos como el MAMBA cerrado, fue posible por el material hallado en ramona. Recuerdo que había salido un artículo de Inés Katzenstein en el que hacía un trabajo muy arduo sobre la escena del momento y el entramado de relaciones”.

Esa precisión en el contenido también es señalada por Maria Torcello: "Leo las notas sobre la producción artística porque transmiten las cosas tal como son. Es muy agradable el formato, su fluidez y la información que nos entrega, la siento siempre cerca y a mano"

Por su parte, Desiree de Ridder rescata la seriedad y el criterio con que se habla de los artistas: “A través de la revista conocí la obra de muchos de ellos, como por ejemplo la obra de Liliana Porter. Hasta hace poco guardaba los ejemplares en papel, los atesoré durante años. Le agradezco la visibilidad que le dieron a tantos y tantas artistas y producciones en estos años”.

Entre los más poéticos para definir a ramona se encuentra Martín Estol al señalarla como “un espacio de deseo. Es decir, lo que leí en ramona siempre fue sobre gente que admiraba y siempre me hubiera encantado que me hicieran una nota en ramona”.

A quien sí se le cumplió ese deseo fue a Cristina Portela: “fue de la mano de las reseñas que por primera vez mi obra apareció en la revista. Son publicaciones que atesoro y guardo como registro de cada paso en mi carrera como artista. Fue muy importante para mí”.

Otros, como Santiago Fallon, arribaron de un modo colateral a su lectura: “Registré su existencia allá por el 2002, cuando algunos arquitectos con los que laburaba se metieron con el Proyecto Venus, y algo de eso se reflejaba en ramona”.

Gaspar Acebo recuerda que fue a través de su amigo Mariano Giraud que se enteró de Fundación Venus, de las monedas venusinas, del trabajo de Roberto Jacoby. Señala que “hasta ese momento, de las convocatorias, de los concursos y de las muestras nos enterábamos porque nos contaba un amigo. Al ver la revista quedé fascinado en el acto, por primera vez se reunía seria y sistemáticamente información sobre las artes visuales en la ciudad ¡¡¡y nos cambió la vida, gracias ramona!!!”

También Livia Bonelli se encontró de un modo particular con ramona: “Fue en mi infancia, en la casa de un tío fotógrafo, gran consumidor de arte y diseño. En ese momento, crecía en mí la incertidumbre y la curiosidad, y cuando me encontré con esta pieza que desde su portada hablaba diferente -lejos de parecerse a la tapa de la revista "Viva" que siempre estaba en lo de mi abuela- me atrapó, aunque no supe comprenderlo.

Hoy en día, siendo artista, diseñadora gráfica y admiradora del trabajo de Alejandro Ros, tuve otro contacto con la imágen que vi de chica. Me siguió transmitiendo lo mismo, pero ahora desde un lugar que puedo entender y en el cual tengo el placer de ser parte”.

“Soy consciente de la importancia que tuvo la revista para el desarrollo de la escena artística local en esa primera década de los 2000. Hoy constituye un documento central para todxs: investigadorxs o curadorxs interesadxs en ese período histórico”, comenta Fran Medail. “La versión digital fue un espacio de visita frecuente en mis primeros años de formación, en especial la sección de convocatorias y concursos, a la que consultaba permanentemente y me facilitó el acceso a premios en los que luego fui seleccionado”.

Agustina de Ganay menciona que “es curioso cuantos artistas suelen escribir como colaboradores; también que Diana Aizemberg y su diccionario empezaron en la revista.” Para ella estos hechos otorgan a ramona un lugar destacado dentro del arte argentino.

Debo reconocer que muchas de las anécdotas compartidas en este artículo me han sorprendido porque confirman cuán arraigada está ramona en nuestra práctica artística y curatorial. Lo que era una sensación, a través de las palabras ha sido confirmado. Por eso, visibilizar a quienes atesoran sus ejemplares, recuerdan la primera vez que vieron impreso su nombre en una reseña o se emocionaron por encontrar allí sus textos, es algo que supera las expectativas con las que inicie la búsqueda de este material.

“Con mi hermano, señala Sebastián Villar Rojas, la seguimos bastante al comienzo del recorrido. En 2001, él la traía a Rosario donde vivíamos en casa de mis viejos. Era muy importante, era una revista de referencia, no solo por las notas, sino también por su concepto: no había imagen. Más que una revista, era una declaración de principios y eso deja una marca indeleble en la cabeza de alguien que quiere jugar con las ideas como yo.

En 2005 participamos con Adrián con un texto literario que hicimos en conjunto, lo habían invitado a él y él me invitó a sumarme; se trataba de una pareja que se estaba separando y venían unos meteoritos a la tierra. Creo que se llamaba Amores de Patos, porque aparecía un lago con unos patos frente a la pareja. Para mi fue muy emocionante colaborar; tenía apenas 23 años”

Clarisa Appendino entiende “que en su momento fue un espacio de discusión importante, con algunos números que guardan reflexiones relevantes sobre el propio tiempo. Sobre todo en los primeros 2000”. Cree que ramona web ha sido y tal vez sigue siendo el portal de arte más visitado de argentina. En 2015 comencé a hacer colaboraciones con reseñas y eso hizo que tuviera un contacto más estrecho con ramona desde ese lugar. Me parece un espacio muy plural (atendiendo a que tal vez está muy gastada esa palabra...) Pero sí, en la diversidad de actividades que reseñan, cómo habilitan ese espacio y la colaboración que hacen en la difusión de actividades”.

Jorge Sarsale se alegró al ser consultado: “Qué bueno que escribas sobre ramona. A mí siempre impresa o digital me pareció y me parece una revista que produce contenido sustancial. Además me interesa mucho la crónica de artistas sobre la obra de otros artistas.

Y si me interesó -aunque me dió fiaca escribir en ella- Bola de Nieve”.

Lucia Amatista reconoce que la leía asiduamente cuando era más joven, cuando estaba con la movida de Bola de Nieve. Conserva algunos ejemplares impresos -a los cuales considera tesoros-: el 101, el último impreso y el 50 donde se hablaba de poéticas contemporáneas a través de una lista de artistas que compartían su obra. “Me encantan estos ejemplares -señala- porque son referentes del arte argentino, siempre que hacías una muestra querías salir en ramona”.

“Un proyecto que me encantó, señala Julia Baitala, fue Bola de Nieve. Creo que es magnífico: hay tanta información, y eso sumado a los acelerados cambios en los medios, dejan en el camino muchos proyectos majestuosos. Por eso creo que es importante sostener en el tiempo estos documentos artísticos, como ramona, que son referentes y forman una base de datos con peso propio”.

A esta altura no hay duda del valor de archivo histórico que para el arte contemporáneo representa ramona. Por eso es pertinente la opinión de una artista como Alicia Díaz Rinaldi, quien iniciando su carrera de muy joven, hoy se encuentra igual de activa y visionaria en sus proyectos. “Al leer la publicación a lo largo de los años, tanto en su edición impresa como la digital, pude escuchar otras voces, otra manera de ver la producción cultural. También leer a críticos, curadores y pensadores de aquí y del exterior que no publicaban en diarios y revistas locales amplió el abanico de posibilidades en cuanto a evaluar diversos contenidos, coincidiendo a veces y otras no estando de acuerdo y por ello enriqueciéndonos enormemente”.

Pablo Sinaí suma un valor más, “al leer la revista y al mismo tiempo suscribirme al mailing originario de ramona y fundación Start, aquello derivó en participar de experiencias de Clínica de obra en CIA y asistir a charlas super jugosas como las que se dieron en el marco de periférica en el CCEBA allá por el 2004 creo...el resto ya es historia...pero me ha llevado hasta aquí,a partir de una red de personas con las que compartía muchos intereses en común".

ramona es muchas cosas, pero ante todo, es federal. Así lo destaca Alejandra Mizrahi quien considera que ramona se ha transformado en una plataforma indispensable para el mundo del arte argentino, tanto para publicar ofertas de trabajo como textos de muestras y agendas que reflejan no solo lo que pasa en Buenos Aires sino también, como dicen por ahí, más allá de la General Paz”. Y agrega “...por otra parte, un gran proyecto como Bola de Nieve posibilitó el rodar de su bola hacia diferentes puntos del país”.

Ramona, manto de vida - Chiachio & Giannone - Colección Bruzzone

Para Maite Acosta, ramona llegó a Rosario en algún momento después del 2000: “recuerdo que en algunas cátedras los docentes llevaban ramona para acercarnos esas lecturas. Más avanzada en la carrera tengo presente haber consultado online las notas, las convocatorias y las entrevistas. Cuando hace 5 años comencé a trabajar en la radio, la web de ramona se transformó en fundamental y nunca me hubiese imaginado que allí aparecerían notas del programa y otras que escribí. Un honor estar presente en este archivo tan importante para el ámbito cultural argentino”.

El recuerdo de ramona para Hersilia Alvarez está muy asociada al nacimiento del MACRO de Rosario y sus primeros años: “sin duda creo que el desarrollo de la revista en su primera etapa fue muy fuerte porque coincidió también con el crecimiento de la curaduría en nuestro país. Creo que la expansión a través de las redes amplió su alcance. Considero que permitió un intercambio muy interesante a nivel federal y muchos artistas empezaron a emerger gracias a eso. Creo que la movilidad se la dio el sitio online, así que si bien rescato lo del papel fue muy bueno el cambio y permitió visibilizar el arte contemporáneo tal como lo vemos hoy”.

Hasta aquí, pareciera que va ganando el Profesor Markus. El valor otorgado a la palabra por sobre la imagen ha quedado manifiesto, tanto por parte de los hermanos Villar Rojas, como por los lectores que encontraron en esta curiosa posición de ramona un disparador para su obra. Sin embargo el impacto visual que produjo la carencia de imágenes, nos habilita a darle una oportunidad más a Desanto.

Un aspecto que se reiteró insistentemente en cada uno de los comentarios y anécdotas sobre ramona fue su agenda y su amplio registro de convocatorias. Ambas la transformaron a ramona en una herramienta de trabajo invaluable para quienes encontraban en un solo lugar todo lo que necesitaban para ingresar al mundo del arte contemporáneo.

Pero no solo los artistas consultaban y consultan su agenda: también periodistas, como señala María Paula Zacharías. “Entre 2004 y 2014 hice una página de arte en la revista dominical de La Nación, una agenda ilustrada que incluía mini crónicas de vernisagges, entrevistas y perfiles. Para hacerla, tenía una biblia: ramona. Sin mirar su calendario de eventos no podría haber pensado las cobertura de cada semana. No hay ni hubo ni habrá una agenda colaborativa tan completa y democrática como la de ramona, con la inestimable información de fecha de aperturas y cierres que permitía calcular si las exposiciones seguirían estando vigentes cuando mis textos fueran publicados dos semanas después. Agradecía entonces cada lunes poder pensar mis coberturas semanales con su ayuda. Agradezco hoy también su guía, que amplió mi paladar a expresiones del arte de todo tipo y color”.

Alejo Arcuschin destaca dos cuestiones: “Por un lado, la lista de concursos, que es súper completa. Por otro lado, me parece que piensa las artes desde un lugar interesante porque mira los fenómenos masivos y los más pequeños haciendo un paneo bastante completo y profundo de las manifestaciones artísticas que están sucediendo. Forma un entre donde se hace más rica la mirada, una parte que, si no, queda sin contar. Porque se cubren grandes eventos o cosas muy under; ramona muestra todas las ligas”.

Fátima Pecci reconoce que suele consultar sobre becas, exposiciones y concursos, por lo cual considera a ramona como “un gran servicio a les artistas”

Chusmearla regularmente, señala Eugenia Bracony, te mantiene al tanto de la movida.

“Su agenda, su actualización de convocatorias y sus notas han servido no sólo para estar al día sobre las novedades del campo artístico, sino también como testimonio y archivo, afirma Paloma Mejía.

“Cuando vine a vivir a Buenos Aires en el 2000, subraya Lucía Harari, lo que más esperaba era ir a ver los espectáculos que leía en la agenda de Radar de Página/12. Unos años después llegó a mis manos una ramona que pasó a ser la guía de muestras para ir a ver”.

“En Argentina son pocos los medios dedicados exclusivamente al arte contemporáneo que informan sobre todo lo que está ocurriendo. ramona sigue siendo accesible, seguramente con gran esfuerzo de su trabajadorxs, aún en este momento de incertidumbre”, destaca Josefina Madariaga.

“ramona siempre fue un espacio de mi interés”, indica Daniel Romano. “Aparece de sorpresa, no se espera, se encuentra: siempre llega en algún momento que genera su propio espacio. Me gustaba recibirla, coleccionarla y hasta regalarla cuando sentí que esos textos iban a servirle a alguien más. La primera vez que apareció algo de mi obra me emocionó, porque "se hablaba de la obra" y no porque se mostrara. O cuando se publicó la invitación a alguna muestra, sentí que invitaba a pares, desde un buen lugar. Contar con textos entre tanto estímulo virtual siempre la hizo distinta”.

Silvina Echave regaló hace pocos meses las ramonas que tenía en su casa a alguien que está estudiando arte, y señala que en cuarentena es buena idea comenzar a leerla en su formato digital.

Quienes han tenido o comprado una ramona impresa, saben de su valor, y por eso los más generosos como Silvina pasan estos ejemplares a las nuevas generaciones del arte argentino.

Filio Acosta conoció a ramona apenas hace tres años, cuando ingresó al Master en Curaduría, el pensar en su edición impresa sólo con texto le “pareció una locura para el mundo de hoy”.

Para Iván Komin “el formato impreso corpóreo no se puede comparar, para el romántico la textura y el olor al papel son irremplazables”.

En Mar del Plata, Gastón Andreatta recuerda: “las únicas que vi impresas estaban siempre en la casa de amigos, como la de los hermanos Duville, donde nos reuníamos a ensayar cuando teníamos la banda. Después en la Escuela siempre fue referencia seria del arte contemporáneo. Hoy como docente, siempre cito la web a los estudiantes, por la rigurosa agenda de concursos y salones, además de las notas. Si está en ramona es serio, esa es la percepción general”.

Percepción compartida incluso por aquellos que hoy ya no la leen asiduamente, pero que ante una cita o referencia a ella, no dudan sobre su valor. Como lo menciona Belén Papa Orfano, “me gusta cuando doy con algún artículo porque tiene un formato más periodístico y esa veta me parece que no está tan bien explorada hoy”.

Revisando el primer ejemplar de ramona, encontré algunas reseñas a exhibiciones de artistas que como Daniel Joglar desembarcaron en ese momento en Buenos Aires. “Por entonces al referirme al trabajo” -señala Joglar- “hablaba de acciones, de modos de mostrar cosas y materiales. Hablaba de objetos y cosas que contenían materiales o estaban detenidos en el tiempo , encerrados sobre sí, solo exhibidos.

Hoy día además de las cosas en sí, me interesan algunas otras cuestiones, como por ejemplo, dónde estará instalada una pieza en particular, en el sentido de hacer algo no para un lugar sino en un lugar y tiempo específicos con las eventualidades que puedan ocurrir ahí. De ese modo el trabajo se convirtió menos en una cosa en sí, sino más bien en una difusa interfaz entre mi entorno y otros, en ese medio construido de cosas o materiales suspendidos que dejan suficiente espacio para moverse a través y alrededor”.

Para Fernanda Laguna, ramona era como un sueño. “Escribí notas de muestras que nunca hubiesen tenido difusión si no fuera por ramona. Había mil estilos de escrituras, era como un laboratorio de crítica de arte donde la gente muchas veces hablaba usando el corazón. Todas las notas pasaban, no había un juicio estricto de selección sino que se priorizaba la expresión y la cantidad de miradas. Eran notas de autor. Fue un regalo haber participado de la revista. Y lo mejor siempre eran los copetes, desfachatados y súper afilados”.

Virginia Fabri, curadora del Centro Cultural Borges -que cumplirá el próximo mes de octubre un cuarto de siglo- señala que este vigésimo aniversario de ramona devuelve un grato recuerdo: “la nota publicada en su primer número por la artista Fabiana Barreda, sobre una de las exposiciones realizadas en el Borges que sin duda quedó registrada en nuestro recuerdo. Se trata de “La Metafísica del tiempo” una gran retrospectiva del maestro Giorgio De Chirico, con obra de la Fondazione Giorgio e Issa De Chirico de Italia, que fue exhibida en el año 2000, por primera vez en Argentina, en el Centro Cultural Borges. Muchos años han pasado y muchas grandes exposiciones han pasado por el Borges, cumpliendo así con uno de nuestros objetivos: el de promover, difundir y educar a partir de las más elevadas manifestaciones del arte local e internacional”.

Otro artículo que llamó mi atención fue el referido a las futura renovación del Museo Castagnino. Su director actual, Raúl D´Amelio, destaca de este modo aquel artículo. “Hace 20 años María Nardelli hacía una hermosa referencia en el primer número de ramona sobre el Museo Castagnino, donde comentaba la exposición 34 ARC (de la que fui parte) y refería a los magníficos grabados de Berni. El título de la nota era “Renovación del Castagnino”, una perfecta alusión al momento pre-pandemia en el que estábamos. Veinte años después, seguimos el mismo camino, ahora el de la ampliación -en estos momentos está detenida- pero con toda la energía puesta en este proyecto que será una verdadera reformulación conceptual y física del museo.

Este momento histórico único que nos abstrae, que nos hace reflexionar sobre las circunstancias sociales y económicas que produce el encierro y la preocupación que no habíamos experimentado antes, en este instante inconcebible, existe ramona. Existe como hace 20 años, con las mismas posibilidades y con el mismo espíritu libre, expresando todas las ideas y pensamientos sobre el arte que somos capaces de razonar desde nuestra propia incapacidad. Ésta ramona, como la de Berni, que fue engendrada en los márgenes, está más viva que nunca. Celebremos su fresca y radiante juventud”.

Las palabras de D´Amelio coinciden en gran parte con las de Gustavo Bruzzone, pieza fundamental en la creación de ramona y en el arte contemporáneo argentino. Él también reconoce la juventud de ramona, la llama “una post adolescente fantástica”.

En medio de la pandemia, el aniversario de ramona se le había olvidado. Pero gracias al diario de Rafael Cippolini -donde todo queda registrado- tuvo lugar un llamado telefónico que le permitió celebrar la icónica fecha: el 27 de Abril de 2000, Manuela Dicoumo fue a buscar a la imprenta el ejemplar y tuvieron entonces entre sus manos el número 1 de ramona.

Veinte años después, ramona sigue brindándole sorpresa, felicidad y alegría. “Yo tengo un hijo varón que se llama Manuel, cuenta Bruzzone, y me hubiese gustado tener una hija mujer. Probablemente sea ramona la hija que tuve; una hija que es colectiva porque la hicimos entre todos. Y en ella quedó un testimonio de lo que pasó, a través de la palabra de muchos editores y de muchas voces. Su rol lo determinarán los investigadores el día de mañana, porque están ahí los 101 números para poder ver y revisar. No se hasta dónde va a llegar ramona, solo se que ha crecido y en este momento es una post adolescente fantástica!”

Es lógico que entre tantas voces, anécdotas y emociones, haya quedado desdibujado el planteo inicial de este artículo. Pero el Profesor de Literatura Markus y la Profesora de Arte Disanto, reclaman una respuesta. ¿Son más importantes las palabras que las imágenes?

Las palabras han sido el corazón de ramona durante dos décadas. En sus primeros años con exclusividad: solo ellas -con tinta negra- corrían por sus venas. Luego alguna que otra imagen se coló y en el ciberespacio que ocupa hoy, palabras e imágenes se alternan.

En el libro En busca del tiempo perdido, las descripciones de las obras de arte son majestuosas. Su autor, Marcel Proust, hace un uso impecable de sustantivos y adjetivos. Pero el giro sobre el peso de la palabra yace en la siguiente afirmación: “Sólo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber lo que ve el otro de ese universo que no es el mismo que el nuestro y cuyos paisajes nos serán tan desconocidos como los que puede haber en la luna”

Si nuestros sentidos y nuestro corazón estuviesen en sintonía con la naturaleza, no habría necesidad de la existencia del arte; todos seríamos artistas porque todos seríamos uno. Quizás no haya existido en la historia un momento como el actual donde esto nos resulte tan claro y contundente. Por eso, gracias infinitas a ramona por brindarnos las palabras que construyeron durante veinte años la imágen del arte contemporáneo argentino. Solo te pedimos que no te detengas. Las seguimos necesitando. Porque sin ellas, nos sumergiríamos en un silencio profundo, y hoy más que nunca el arte tiene que gritar para dejarnos ver la imagen de un futuro posible en medio de tanta oscuridad.

Cecilia Medina

 

 

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