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UN ENCUENTRO MÁGICO

Pilar Albarracin nació en Sevilla en 1968 y la consideran en España una artista controversial. Es coherente, trabajadora incansable, crítica y como toda persona inteligente un poco irónica. En su opinión, su trabajo habla de la identidad, el sufragio y problemáticas universales, lo cual no debiera de ser siquiera tema de discusión por su obviedad: ¿Acaso hay alguna duda de que el sufragio debe ser universal? Sus trabajos han recorrido España, Francia, Alemania, Polonia, Rusia, Holanda, Portugal, Brasil, Reino Unido, Sudáfrica, Finlandia, Estados Unidos, Irlanda, Italia, Suiza, Israel, Austria, Montenegro, Turquía, Grecia y Japón. Y a partir de hoy, sus obras se exhibirán en el MACBA de Buenos Aires hasta el mes de Agosto.

En Estados Unidos, hay críticos de arte que no quieren tener contacto alguno con los artistas contemporáneos porque consideran que esto podría contaminar su opinión. Mientras que otros, por el contrario, sostienen que el vínculo personal ayuda al conocimiento de la obra.


En mi opinión, el encuentro con un artista es una aventura irrepetible. Generalmente, pregunto a otros artistas sus opiniones sobre las obras, ya que la visión entre colegas es interesante. Sin embargo, prefiero la espontaneidad, porque da lugar a la sorpresa de un gesto o simplemente un silencio sostenido en el tiempo.


Mi cita era a las 14:30 en el MACBA, más exactamente en el quinto piso donde la luz del sol invadía la sala y nos obligaba a movernos para poder mirarnos a los ojos durante la charla.


Minutos antes de comenzar a conversar, Pilar me pidió un momento para llamar a su hijo, ya que tenía unas llamadas perdidas y le preocupaba que hubiese sucedido algo. En cuanto se comunicó, se escuchó una voz llena de alegría que le decía cuanto la quería y extrañaba. Y con los ojos brillantes y llenos de emoción, se despidió de él por un rato, no sin antes indicarle que tenía que leer algo, que busque en la casa de su abuela porque libros habría de tener.


Para una artista donde la materialidad de su obra es tan diversa como bordados, dibujos, fotos, performance y acciones; dónde nace la obra?

Ante todo, tengo necesidad de comunicar situaciones y problemáticas que he atravesado personalmente o que han tocado a alguien cercano a mi.

A veces es un impulso externo, pero pensándolo bien, es una ocurrencia. Siempre tengo ocurrencias que me llevan a pensar un trabajo, un dibujo, un bordado y de allí sucede la obra.

En otros casos, cuando recibo una invitación como la que me realizó el Señor Rubino, suceden a partir de una propuesta institucional.


Dentro de estas variadas disciplinas, cuál siente que la representa en forma más completa? La performance y la acción sin duda. Ambas me mueven desde lo más íntimo. El video me gusta mucho y también disfruto cuando hago una instalación.


Siendo que en la performance y en la acción el compromiso corporal es tan alto, qué cambios significativos ha registrado en el último tiempo? Es cierto que existen cambios, y ellos hacen que uno tenga que ser inteligente al momento de decidir donde poner la energía, se va valorando esa decisión porque es consciente de que la energía física se va limitando.


Y en este contexto de obra, cómo se percibe la maternidad? Supe que sería difícil, pero no imposible. Creo que hay una responsabilidad en nosotros como artistas para poder demostrar que no es como se imaginan la vida en el arte, somos personas, tenemos familia y podemos crear una obra. Tenemos que construir para que las generaciones futuras no crezcan con esas ideas.


Me interesa detenerme en el bordado, ya que es algo que en distintas y milenarias culturas ha sido objeto de estudio para historiadores y hoy toma cada vez más espacio en lo contemporáneo. Cómo surge el bordado en la obra? El bordado es un elemento más que utilizo para expresarme. En un principio, bordaba mis dibujos, pero antes de eso, era mi recuerdo de ver a mi madre bordar. Y hay algo en la acción de bordar, la concentración, la abstracción del entorno, pero principalmente el lenguaje que constituye. En algunas culturas decorativo en otras no, incluso los hombres bordan.


Mientras que el bordado implicaría un trabajo solitario, el resto de sus obras sugieren trabajo en equipo o al menos de contar con ayuda para concretar algunas de las etapas de producción.¿Quiénes la acompañan en este proceso? Es cierto que el proceso es apasionante, es un aprendizaje conjunto durante el cual se da forma a la obra y encuentro lo que más me ha marcado. Hay gente que me ayuda en el desarrollo y ejecución. También están las galerías, que se encargan de algo que es fundamental en relación al volumen de producción de la contemporaneidad: resolver el destino de las obras. Yo no podría conservar todas las obras que he realizado, además de necesitar como solventarlas y como vivir.


Esto me lleva a preguntarle cuándo considera o siente que la obra está terminada? Yo puedo soltar una obra cuando encuentro alguien que se quede con ella y siento que va a ser bien cuidada.


Tengo una última pregunta y es de una joven artista juninense Celeste Fresedo quien la admira y sigue desde hace tiempo. ¿Qué siente que genera en el receptor de su obra? Su respuesta fue un largo silencio, pero una mirada iluminada y chispeante llena de ilusión invadió su rostro, tal como cuando escuchaba a su hijo del otro lado del teléfono diciéndole cuanto la quiere.

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