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TRISTEZA GLOBALIZADA

“la clocharde se despertó de un sueño…y supo que Célestine se había marchado en plena noche llevándose el cochecito de niño lleno de latas de sardinas…Toto y Lafleur dormían como topos debajo de las arpilleras…La clocharde retiró delicadamente las sucesivas ediciones de France Soire que la abrigaban y se rascó un rato la cabeza…Arropándose con el sobretodo negro que le llegaba a los tobillos, se acercó al nuevo…”

Rayuela, Julio Cortázar

Vagabundo, pordiosero, pobre, mendigo, desvalido, necesitado, mísero, callejero, merodeador. Otras veces, más poéticamente descripto como trotamundo, bohemio, errante, nómade, transhumante. Aunque políticamente más correcto: persona en situación de calle.


Interrogar, imaginar, interpretar cada imagen es una invitación a pensar en el misterio del otro. Ese otro que no advertimos, porque en nuestro apuro por llegar a cumplir con los compromisos no detenemos la mirada en el paisaje urbano que nos rodea.

Si algo se le atribuye a la fotografía contemporánea es su capacidad de volver real lo que ha sido fotografiado. Ese enigma, ese punto de vista, se transforma en una imagen perturbadora, que nos sensibiliza y emociona.


Para Juan Cavallero, “la mirada pone al descubierto las necesidades, los anhelos, las frustraciones y los aciertos, amorosos o no, del observado”. Hoy su mirada está puesta en estos seres invisibles para la mayoría de las personas, porque darles entidad nos obligaría a reconocerlos como iguales, y a encontrar en cada uno de nosotros necesidades, frustraciones y anhelos que viven en la calle.


Otros ven en la fotografía una invitación a filosofar. En Tres guineas(1938), Virginia Wolf responde a la pregunta que un eminente abogado inglés le planteó sobre cómo pensaba ella que se podría evitar la guerra. No sin antes advertir que en el diálogo entre ambos surgía una dificultad de comunicación, ya que al mirar las mismas fotografías habría que ver si sentían lo mismo. Intentaba de algún modo comprobar que la sensación que crearía el contemplar esas imágenes de destrucción tenía que unir a las personas de buena voluntad.


Retomando a Virginia Wolf y su búsqueda de respuesta ante la imagen, Susan Sontang planteó en su libro Ante el dolor de los demásque no debería suponerse un “nosotros” cuando el tema es la mirada ante el dolor ajeno.


¿Pero quienes forman ese nosotros? Hoy y aquí, hablando de las fotografías de Cavallero, nosotros somos el público. Pero en el lugar en el cual las mismas han sido tomadas, nosotros somos todos los que transitamos las calles. Sin embargo, cada uno de nosotros es ajeno a lo que allí sucede. No sabemos qué es sentir frío, hambre, desolación.


Las imágenes de Woe: Globalized Sadness nos interrogan sobre la existencia humana. Mientras la descripción de “la chocharde” de Cortázar nos presenta una imagen poética de su transcurrir en la ciudad, cada uno de los retratos de Juan Cavallero muestran crudamente el día y la noche en la calle.


Si en las imágenes encontramos elementos comunes, de postura, organización de objetos, modos de llevar sus pocas pertenencias, modos de ocupar el espacio, debemos concluir que hay algo que así lo justifica. Las fotografías fueron tomadas en distintos países y eso es lo que hace a esta situación un problema global.


Citando a André Bazin -influyente crítico de cine y teórico cinematográfico francés- sabemos que “el real de una imagen cinematográfica es lo que está fuera del campo. La imagen debe su potencia al hecho de ser extraída del mundo que no está en la imagen pero construye su fuerza”. Mundo que nos involucra en cuanto habitantes del planeta e invalida cualquier huida posible a otro lugar. Al menos hasta ahora, no hay oxígeno que nos permita vivir fuera de él.


La intención del artista en esta exhibición es llamar nuestra atención sobre una realidad que en palabras de Susan Sontang nos interpela “Esto es lo que los seres humanos somos capaces de hacer: no lo olviden”

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