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ELEGIR MI PAISAJE

“…Si pudiera elegir mi paisaje de cosas memorables, mi paisaje de otoño desolado, elegiría…” Mario Benedetti, Elegir mi paisaje

Entre los siglos XVIII y XIX, los paisajes tomaron el centro de la escena en la pintura europea: los artistas comenzaron a expresarse a través de sublimes visiones de la naturaleza.


Gaspar Fiedrich, el pintor más significativo del paisajismo romántico alemán, sostenía que el artista no debería pintar solo lo que ve ante él, sino lo que ve en sí mismo.


En Inglaterra, William Turner, considerado un prefacio romántico al impresionismo, cautivaba con su destreza para el manejo de la luz.


Un infrecuente cruce de disciplinas -fotografía y kirigami- hace de Metamorfosis del Paisaje, la obra de Liliana Antonow, una búsqueda contemporánea en este tema. Sus fotografías son intervenidas a través de cortes que transforman al paisaje en una obra bidimensional. Nuestra mirada curiosa y el lugar desde donde nos acerquemos serán decisivos para el descubrimiento de cada una de las imágenes que la artista sutilmente produjo.


Esta técnica utilizada por Antonow, conocida como el arte de dibujar con tijeras constituye un factor determinante en la transformación del paisaje.


A diferencia del Origami, donde el papel se dobla sobre sí dando lugar a una forma o figura, en el Kirigami, el papel se corta para obtener una figura distinta.


Antonow ansía elegir su paisaje del mismo modo que Benedetti. Quizás lo haga, inconscientemente, al tomar una fotografía y completarla a través de cada corte que produce sobre el papel. Su estudiado exceso de lujo hace de cada obra una exquisita pieza de arte.


Los románticos sostenían que el arte debe sustentar emociones. Y de esto se trata la invitación de Caja Blanca, quien abre hoy sus puertas para presentar una exhibición única, a la cual hemos sido invitados con una sola condición: dejarnos sorprender.

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