A 110 años de su nacimiento, descifrar a Frida y sus obras sigue siendo tan atractivo como imprescindible para contextualizar a la gran artista que ha superado los límites de su México natal y del tiempo.
PH: Tony Frissell para la tapa de Vogue Paris Octubre 1937
No se casó de blanco, sino de verde y rojo. No aceptó los límites que le imponía su cuerpo frágil y accidentado. Simplemente no se contentó con vivir de acuerdo a lo que se esperaba de ella, sino que fue más allá de todo lo pensado.
Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón, vivió según sus ideales en tiempos en los cuales no era sencillo para una mujer pensarse artista. Menos aún, ser tan diferente. Y por diferente me refiero a auténtica y natural, pura belleza mexicana que la llevó hasta la tapa de la revista Vogue en ocasión de su viaje a Paris en octubre de 1937. Si bien, el título de la entrevista hablaba de la Señora Rivera y de México, claramente su estilo para vestir -alejado del Hollywood de los años dorados- resultó tan avant garde como su pintura.
A casi setenta y cuatro años de esa tapa y con la misma fotografía que le tomara Tony Frissell, la edición mexicana de Vogue publicó su número especial de Abril de 2011 bajo el mismo título que llevó la exhibición curada por Circe Henestrosa y a la cual la directora del Museo Frida Kahlo definió como reveladora. “Las apariencias engañan” fue tan innovadora como su protagonista. Se exhibieron por vez primera vestidos, mantones, blusas, corsés, los aros que le regaló Pablo Picasso y hasta el perfume Guerlain que Frida usaba. Estas piezas, junto a documentos privados, anotaciones y dibujos, habían permanecido guardados en La Casa Azul cumpliendo con un pedido de Rivera, quien quería que permaneciesen ocultos hasta quince años después de su muerte.
Las autoridades del Museo Frida Kahlo y del Banco de México, bajo la atenta mirada de los responsables del Fideicomiso Rivera Kahlo -que resguarda el patrimonio artístico de ambos iconos mexicanos- pudieron develar lo que con tanto cariño y cuidado Rivera guardó: el mundo de Frida, sus objetos personales, sus aros y collares, sus vestidos coloridos y bordados, sus muletas y sus medicamentos, hasta su pierna ortopédica, en síntesis su México, su vida, su lucha.
En sus memorias, Isolda Kahlo sobrina de Frida, revela que el único dato de vanidad que recuerda en su tía era el de quitarse tres años; aunque dice que solo lo hacía para ser una verdadera hija de la Revolución.
Como era de esperar, en ella todo era compromiso político y social: fue defensora de los derechos de los trabajadores, miembro del partido comunista y una fiel activista de izquierda.
Si su obra se revela con la misma intensidad que sus convicciones políticas, no sorprenderá que al mismo tiempo reflejen sus pasiones.
Diego Rivera fue su gran amor y su gran dolor. Frida escribió en su diario que pese a la pena que le causaban las infidelidades de Rivera, sabía que no podía amarlo por lo que no era.
Llegó a estar separada por más de un año de su panzón, y fue la política lo que propició un acercamiento. Rivera le pidió que recibiesen juntos en su hogar a León Trostky y su esposa, quienes huían de Stalin y habían sido aceptados por el gobierno de México, tras las gestiones de Rivera con el entonces presidente Lázaro Cárdenas.
Según Gerard de Cortanze, biógrafo de Kahlo, ella y León Trotsky vivieron un romance durante la estancia del filósofo en México; lo cual generó demandas por parte de la esposa de Trotsky para irse de La Casa Azul.
Trotsky y su esposa se trasladaron a otra propiedad, donde a pesar de los refuerzos de seguridad, fueron alcanzados por el español -agente del servicio de Stalin- a quien se le encargó terminar con su vida.
Pero no fue este el único punto álgido que le tocó vivir a esta pareja tan emblemática para la historia del arte mundial y para la vida de México en particular. De tan intensas vidas era de esperar una accidentada convivencia, la cual no impidió que fuesen inseparables hasta en el lecho de muerte, donde una Frida dolorida le preguntaba a su panzón “¿para qué vivo?” la respuesta de Rivera era siempre la misma “para que viva yo, Friducha”.
La Casa Azul, se convirtió en museo cuatro años después del fallecimiento de Frida. Los objetos de su habitación, dan cuenta de quienes fueron sus contemporáneos en ámbitos sociales y culturales: un caballete que le regalara Nelson Rockefeller, varias mariposas que le obsequiara el famoso escultor Isamu Noguchi y el retrato que le realizara el fotógrafo Nicholas Muray, entre otros.
Singularidad, es la palabra más adecuada para describirla. Tanto en su obra como en su vestimenta, Frida fue única. Buscó su identidad, a veces vestida de hombre en un retrato familiar, otras, con pantalones para acompañar a sus compañeros en la lucha por sus derecho. Pero siempre llevando como estandarte a la mujer mexicana con todos sus colores y expresiones, combinando prendas de distintas regiones, a las cuales solía sumar diseños propios.
Pese a haber iniciado sus obras en el momento en el cual los muralistas mexicanos declaraban que la pintura de caballete había muerto, Frida siguió pintando. En la cama, con corsés, en la silla de ruedas, en sus cuadernos o en las telas: necesitaba dar cuenta sobre lo que sucedía, lo que veía, sus convicciones.
En la sala 5 de La Casa Azul se puede leer una de las frases de la pintora "Cada tic-tac es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es solo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda".
Frida lo resolvió superando el dolor físico con la intensidad de su obra, donde capturó los cuarenta y siete años transcurridos entre el mes de julio de 1907 que la vio nacer y el mes de julio de 1954 que la liberó de su cuerpo maltrecho para ser eterna.
Frida lucía a diario arreglos en su cabello que le preparaban con las flores de su jardín
Frida luciendo los aros que le obsequiara Picasso y un vestido Tehuana
Frida y su amor por los animales a quienes inmortalizó en sus obras
Frida y Rivera encabezando una manifestación en defensa de los derechos de los trabajadores
Frida y Trotsky
Frida y Rivera
REFERENCIAS:
http://www.museofridakahlo.org.mx/
Museo Frida Kahlo – La Casa Azul
http://www.vogue.mx/especiales/frida-kahlo/articulos/las-apariencias-enganan/1659
Las apariencias engañan – Vogue México y Museo Frida Kahlo
FUENTES:
Frida intima, Isolda Kahlo, Ediciones Dipon-Ediciones Gato Azul, Colombia, Julio 2004
Los amantes de Coayacán, Gerard Cortanze, Editorial Planeta, Argentina, Enero 2017
Frida, film dirigido en 2002 por Julie Taymor y protagonizado por Salma Hayek
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