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L'AMOUR PROJECT

Un artista casado hace diez años con la misma mujer con la cual tienen un hijo de 5 años (Uno). Un artista soltero (Dos). Una curadora soltera -en los últimos diez años- con una relación previa de dos décadas (Tres). Era sábado a la noche y luego de cenar, la conversación los llevó a un bar donde la tensión llegó a su punto culmine cuando el tema del amor surgió desde tan disímiles experiencias de vida.


Uno se sintió discriminado porque Tres le señalaba su desconocimiento sobre el mundo que existe más allá de su situación amorosa. Dos no coincidía con ninguno de ellos, porque considera que las relaciones están sobrevaloradas.

Dos y Tres estaban sentados de un lado de la mesa y Uno frente a ellos. Tres pidió una bebida que Dos no probó y que Uno sí degustó. Tres escuchó atentamente a Uno y a Dos. En algún punto ambos decían lo mismo, pero desde lugares tan antagónicos que se entendía como tal. Tres se sintió particularmente bien al advertir que al menos los años transcurridos le servían para escucharlos mejor de lo que podían hacerlo ellos entre sí.


Tres decidió que la única forma de moverlos de sus posturas era encontrar un lugar común desde donde volver a empezar. Fue entonces que pregunto: ¿Dejarían ir a quien aman porque no son Ustedes la mejor opción para esa persona, porque saben que Ustedes no le pueden dar lo que necesita y merece? Porque el amor no es estar con el otro, sino darle al otro lo mejor de uno, que no necesariamente es uno mismo.

Cuando el silencio invadió la mesa, Uno preguntó si entonces el amor era sufrimiento. Dos no cree que sea así. Tres guardó silencio.


Pero hablar de amor requiere mucho más que hablar de uno mismo, y fue fundamental pensar que para poder estar todos alrededor de una misma mesa, debían esforzarse más y dejar la experiencia personal de lado.


Tres propuso leer un libro y retomar el tema cuando todos tuviesen un mismo lugar desde donde partir. Uno y dos aceptaron la propuesta. Se fijó una fecha para la próxima reunión, un mes a partir de ese día.


Pero sucedió algo imprevisto: cuando Tres fue a comprar el libro, la vendedora quiso participar del experimento (Cuatro). Cuando le mostró el libro a su colega de trabajo también pidió sumarse (Cinco). Al día siguiente al cenar con su colaboradora y una curadora, ésta última también quiso ser parte (Seis). Un día después, en reunión con otro artista él también tenía algo que decir y pidió participar (Siete).


El 30 de Noviembre Uno, Dos, Tres, Cuatro, Cinco, Seis y Siete se sentarán en la misma mesa del mismo bar para hablar de amor. No se sabe cuanta coincidencia podrá lograrse, pero todos se entusiasman con la sola idea de compartir un momento lejos de las banalidades. Sin darse cuenta, entre todos construyeron un imposible actual, coincidir en tiempo y espacio para comunicarse.


Obra: Carlos Ricci.

https://issuu.com/laverdi/docs/issuu_20ana

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