Ximo Company es Profesor de Historia del Arte de la Universidad de Lleida y de la Universidad Politécnica de Valencia. Además, fue Director del Museo Nacional de Bellas Artes de Valencia y fundó el Centro Universitario para Investigadores, Profesores y Estudiantes Centre d´Art d´Epoca Moderna. Con tanta experiencia académica uno esperaría que su postura ante el arte fuese acartonada e intransigente. Sin embargo, en su último libro sobre Velásquez, nos invita a hacer algo impensado: “retomar el placer de ver pintura”.
Este desafío nos plantea al menos dos preguntas: ¿Cómo vencer la necesidad de acumular datos en el mundo de hoy? ¿Qué hacer para que nuestros ojos atrofiados puedan contemplar?
Comencemos por aprender a detenernos delante de una obra, sin prisa, permitiendo que la contemplación visual despeje cualquier distracción de nuestra mente y propiciando así el acceso de la pintura a nuestro espíritu.
Prescindamos de los excesos eruditos -datos que solo confundirán nuestra percepción- y apliquemos especial cuidado a lo que reside en el interior de la pintura.
Cuando conocí a Martin Lapalma no imaginé que iba a encontrarme con uno de los mayores desafíos que como curadora he transitado hasta el momento. Fuimos entendiéndonos a lo largo de reuniones donde la lectura, la música y la vida de los artistas nos remitían a aspectos puntuales en su obra. La impronta interdisciplinaria –resultado de cruces entre música y cine- sumada a la diversidad de su literatura y a su autoexigencia en lo formal, se traducen en un discurso plástico que ha sabido sortear soportes y dimensiones sin perder el protagonismo del color.
“Los acontecimientos que no interesan sino al espíritu” coinciden con lo propuesto por Company, al tiempo que suman una cuestión menos universal y más local, entendiendo que en este momento es más revolucionario que nunca el juntarnos a disfrutar en torno de una expresión artística sin ningún otro propósito más que el deleite en sí mismo.
Quizás tome por sorpresa a quien aún no conoce el vasto recorrido de Lapalma, el encontrarse en esta exhibición con afiches, carteles intervenidos, pinturas y dibujos. A diferencia de sus muestras anteriores, hoy queremos contemplar la pintura en cada una de sus versiones. Desafiando así las posturas que pudieran señalar aquí como arrogante lo que consideramos una audacia. Porque al igual que Rothko creemos que las obras producidas hace veinte años contienen en potencia lo que vemos en las actuales. Y porque las últimas pinturas nos proyectan al futuro.
La relación del artista con su obra, con su contemporaneidad y con su geografía es aquí un tema relevante. Lapalma se compromete con su visión y -como sus admirados maestros de la pintura- trabaja a diario en su producción.
Tiempo atrás tuvo la necesidad de crear una cartografía que diera sentido a su venida a Buenos Aires. Ese rescate de sitios afectivos sumado a canciones, músicos e historias dieron lugar a un lenguaje propio. Como luego lo hicieron los carteles que resignifican su función al ser intencionalmente intervenidos. Los personajes, los estereotipos, las palabras, todo aquello que dio un contenido a veces agobiante a sus pinturas, hoy da paso a una concentración espacial en la composición y a la decisión de utilizar un solo color en los fondos que ponga en relevancia inequivocamente todo lo que sucede dentro de la imagen.
“Los acontecimientos que no interesan sino al espíritu” nos han permitido concretar esta muestra. La escencia y la presencia de la pintura nos han guiado hasta este lugar, donde cada uno de Ustedes podrá descubrir el complejo deleite en el arte de mirar. Que así sea!