top of page

UN RECUERDO ENMARCADO


“Cada objeto cuenta dos historias, la propia y la que le otorga quien lo ve.” De este modo comienza el texto que ha escrito Felipe García Salazar para su exhibición Lo mejor que podemos inaugurada recientemente en las oficinas del Consulado de la Embajada de Colombia en Buenos Aires.


Para quienes disfrutamos de seguir a un artista, esta exhibición es un flash back que conecta la obra de Felipe García Salazar con lo que experimentó en Buenos Aires y lo que sumó en las residencias realizadas en Europa en el mismo período.


Lo mejor que podemos presenta en un espacio reducido –no por ello menos contundente- las piezas más emblemáticas de cada una de las series en las cuales ha trabajado desde el momento en que la gentrificación llamó su atención.


Si bien la gentrificación es muy visible en las grandes ciudades precisar el exacto momento en que surgió en Buenos Aires no parece tarea fácil de realizar. ¿Cuándo Palermo pasó a ser Hollywood o SOHO? ¿Desde cuándo tenemos nuestra propia China Town?


Las situaciones de desamparo que genera a los habitantes en cada barrio, hace de la gentrificación un tema controversial. Hay quienes solo miran las ganancias que los proyectos inmobiliarios generan. Otros pocos señalan a los artistas -y su búsqueda de bajos alquileres- como los propiciantes de este proceso tan contemporáneo en la construcción de la ciudad. Ni uno ni otro puede señalarse como único responsable. Sin embargo, es constatable que donde algunos artistas encontraron grandes espacios para alquilar a un bajo costo, luego arribaron otros con ideas menos culturales.


Asumiendo la parte que como artista le toca, Felipe García Salazar construye su obra.


En un principio fue la ciudad la que le envió señales: al descubrir baldosas y azulejos que supieron ser pisos y paredes de casas felices en tiempos pasados. Esos escombros, muchas veces descubiertos durante caminatas nocturnas fueron llegando de la mano de otros objetos como parrillas, hierros y todo tipo de metales.


Paralelamente, hubo un hilo negro en las manos del artista. Un hilo que lo acompañó mientras construía la instalación Espejo. A partir de papel oscurecido a negro, tubos de luz, y soportes de hierro, este sitio específico inició el recorrido del artista en busca de materializar estas ideas.


Llegó el momento en que el hilo negro encontró lugar en la tensión que se producía al sostener dos piedras -similares a los adoquines pero con una talla que permitía un ir y venir de vueltas y más vueltas- Decidió entonces que representaba un Sistema de contención. Las palabras de Boris Groys, cuando señala en Volverse Público que “…el arte ya no se manifiesta como un nuevo objeto de contemplación producido por el artista, sino como el heterogéneo marco temporal del proyecto estético que es documentado como tal…” encontraron su valor.


Esa documentación señalada por Groys en la práctica artística actual fue tomada por García Salazar en Construcción Colectiva de Memorias. Esta obra -que fuera activada por el público- crea de por sí una acumulación de escombros, pero esta vez con partes de recuerdos previamente registrados por sus protagonistas.


Hoy en la sala del Consulado, una mesa sostiene una propuesta de orden para esos escombros/recuerdos y una línea conecta a la misma con un recuerdo sin romper. Ese recuerdo contenido en un marco-caja, aspira a desafiar los riesgos de la gentrificación enfrentándose a su propia fragilidad en este mundo hostil que no sabe construir sin destruir primero.


La historia de cada objeto aquí exhibido es la que el artista delineó en la búsqueda de materializar su idea. La historia de lo que he visto –parafraseando a García Salazar- es la que le he otorgado a cada pieza.


Queda en Ustedes concluir si lo que aquí ha acontecido –la historia propia y la que le otorgué como espectadora- es arte o simplemente lo mejor que podemos hacer.


bottom of page