La primera vez que vi las obras de Zully Villalba Arriola no pude evitar relacionar esos pequeños espacios que deja libre de materia entre las formas geométricas, con las piezas que tallaba Magda Frank. Si bien en el caso de Frank la abstracción era consecuencia de la impronta que las culturas mayas y aztecas habían causado en su juventud, hay coincidencias en el lenguaje de ambas artistas en el modo en que los planos y las líneas construyen la imagen.
Pero los motivos que llevan a cada una de ellas a definir los intersticios en sus obras son disímiles. Mientras que las formas de Frank surgen de la superposición de triángulos y rectángulos -quedando pequeños huecos al descubierto en esta intercalación-, es para Villalba Arriola el vacío es su modo de expresar lo irrepresentable y simbolizar aquello que no se puede entender.
Pese a que las piezas abstractas suelen resultar intimidantes, las esculturas de Villalba Arriola, son sin duda alguna, volúmenes que capturan hasta la mirada del observador más prejuicioso. Gracias a una manufactura preciosista, resultan casi hipnóticas.
¿Será que lo que la artista no puede expresar nos atrae aún más que la línea recta amigable de los cuerpos? ¿O será acaso que el espacio que esos cuerpos ocupan, es decir, su propio volumen, ya es de por sí un enigma?
Es curioso que, cuando uno busca definiciones, las acepciones puedan conducir a diversos lugares. Por ejemplo, para la geometría el volumen es el espacio ocupado por un cuerpo y no el cuerpo en sí. Quizás eso nos conduzca a mirar no solo la pieza sino también el espacio que habita. Ello nos guiaría a mirar no solo la pieza sino también el espacio que habita, y nos llevaría sin duda a darle un protagonismo a la luz e -inevitablemente- a la sombra proyectada.
Y es aquí donde Villalba Arriola tiene toda la ciencia a su favor. Por un lado, el ejercicio de su otra profesión como psicoanalista que la obliga a estar en permanente estado de alerta y cuestionamiento. Por el otro, la búsqueda de un desafío a la física a través del cual se propone mantener en pie las piezas asimétricas.
Las preguntas que me provocan las piezas talladas en madera y las moldeadas en chapa quizás serán compartidas por todos los que tengan ocasión de aproximarse a las esculturas de Villalba Arriola. Su delicado trabajo en la creación hace de cada pieza un volumen poético donde posar la mirada.