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EXTRAVIADOS EN METÁFORAS



¿Qué observamos primero en una obra? ¿La imagen o el material que la constituye?

Aún cuando este planteo deja por fuera un dato no menor como lo es la técnica, partiremos desde esta pregunta para abordar las obras más recientes de Santiago Estellano.


A través de líneas que se superponen a algún elemento distintivo de una geografía o de alguna característica del grupo social que allí habita, la primera sensación es que estamos ante una invitación a recorrer ciudades. En otro grupo de obras, la naturaleza se despliega y repliega en sí misma a través de la geometría, a través de un gesto de magnitudes en el plano que nos lleva del bosque al árbol y de éste al primero, a un ritmo que quedará marcado por la curiosidad de cada espectador.


Su preocupación por el entorno y las transformaciones medioambientales despertaron su interés en la lectura de autores como James Lovelock. Consciente de su responsabilidad en el modo de habitar este planeta, es claro que al profundizar su investigación sobre la naturaleza se constituye ésta en el eje temático que atraviesa el cuerpo de su obra. 


El instinto de diseñador guió su análisis sobre el comportamiento de nuestro planeta, siendo el punto inicial para el surgimiento de múltiples imágenes que hacen comprensible la consolidación del collage como la técnica que utiliza en sus obras. Ya que al unir fragmentos de diversos orígenes, la imagen contenida en cada uno de ellos, carga de su intrínseco significado a la que resultará luego contenida en el plano. Materiales y procedencia, pueden ser referencias que el autor tome en consideración al decidir su inclusión, el ángulo de localización o si la misma será central en el espacio. En cualquier caso, su signo será advertido por el ojo avezado de quién disfruta de estos desafíos. 


Desde el momento en que Santiago Estellano me propuso escribir acerca de su trabajo, una obra literaria vino a mi mente: Orlando la novela que señalan como la más accesible de Virginia Woolf y por lo tanto la que la hizo más famosa en vida. Su argumento recorre siglos de historia a través de un único personaje que cambia de sexo y por lo tanto ve el modo en que las sociedades tratan a varones y mujeres, identificándose en algunas circunstancias y padeciéndo las injusticias en otros momentos. 


“...Los que gustan de los símbolos y tienen habilidad para descifrarlos, podrían observar que aunque las hermosas piernas, el gallardo cuerpo y los hombros bien hechos estaban decorados todos ellos con diversos tintes de luz heráldica, la cara de Orlando al abrir la ventana, solo estaba alumbrada por el sol…” Este párrafo de la novela, pone de manifiesto que su protagonista no es más que lo que se ve. O podríamos decir que su figura -por muy noble que sea su origen- no irradia desde su interior luz alguna, sino que necesita del sol para advertir su presencia.


Todo lo contrario sucede con los collage de Estellano que emanan luz propia a través de los mensajes que cada una de sus partes -y sus sentidos- reconfiguran. La mejor decisión que como espectadores/visitantes podemos tomar es la de dejar vagar la mirada por toda la extensión de la imagen sin fijarla en un punto determinado. Detenernos en la línea y el modo en que ésta conecta sutilmente con el color y la forma. La composición, que pudiera haber sido azar de acuerdo a la selección de fragmentos que el artista realiza, reconoce en su magnitud la posibilidad infinita de las figuras geométricas. Las cuales, una a una, se van enlazando entre sí cuál figura fractal que hace pensar en un paisaje por fuera de los límites del marco. 


En este punto, la materialidad que constituye la obra está por delante de la técnica e incluso hasta de la imagen. Pues cada trozo representa una parte de otro todo que no es el de esta obra, y que al actuar en conjunto con otra fracción de otro todo anterior a él mismo, nos acerca a un nuevo todo con sus complejidades, sus ambigüedades y su valor .


Por ello encuentro mucho de Orlando en las obras de Santiago Estellano. Por su técnica cuidada, por los distintos tiempos y mundos recorridos que el papel ha sabido traducir a formas geométricas puras e ilimitadas, a figuras y composiciones que esconden mucho más de lo que se puede ver a simple vista. Porque además, nos permite contemplar sin preocupaciones ni urgencias, habilitando la posibilidad de perdernos en un universo de alegorías donde todas y cada una de las imágenes son reales y verdaderas, tal como los ojos que las contemplan.



Cecilia Medina


James Lovelock: James Ephraim Lovelock ​ fue un médico, meteorólogo, escritor, inventor, químico atmosférico y ambientalista inglés, famoso por la hipótesis Gaia, que visualiza a la Tierra como un sistema autorregulado.

Orlando, Virginia Woolf, Traducción Jorge Luis Borges, Edhasa, Primera edición Segunda reimpresión, 2018

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