
Según relata André Bretón, estas fueron las últimas palabras que su abuela le dirigió en su lecho de muerte: No hagas nunca nada como los demás. Una indicación contundente para cualquier persona, pero si esa premisa surge en el contexto de la última voluntad de una persona, las palabras toman un peso inconmensurable.
Durante las muchas lecturas de los textos y manifiestos de Bretón, este pasaje se me había pasado por alto y fue durante la pandemia que en una reunión virtual Martín Lapalma me señaló esta anécdota, que en mi opinión nos permitiría entender el origen de las pasiones del escritor y fundador del surrealismo.
No hagas nunca nada como los demás es el título elegido para la primera exhibición de Iván Komin en El Local. Una serie de fotografías a las que me gusta definir como ejemplos de belleza colateral, entendiendo por colateral el tipo de belleza que se manifiesta en forma evidente a nuestro alrededor pero que por infinidad de motivos pasa desapercibida ante nuestros ojos.
Un retrato delicadamente apoyado cerca del cordón de una vereda, luces y sombras de arquitecturas suburbanas, un árbol cuyas ramas nuevas se enredan con las viejas, un monumento sin rostro, una medianera con un ángulo dañado, una flor blanca, una manguera, un espejo roto en equilibrio entre una piedra y un poste.
¿Qué transforma a esta lista de objetos en temas fotográficos para una exhibición? ¿La mirada que el artista posó originalmente en ellos? ¿Lo próximo que cada uno puede estar ante un caminante ocasional?
Iván Komin camina lo suficiente hasta separarse de sí mismo, sólo entonces su lente se encuentra con la curiosidad suficiente como para retratar. Curiosamente, lo que él percibe al desconectarse es lo que otros por desconexión abandonan, desechan o simplemente desdeñan. Pareciera que están a la espera de que alguien más haga desaparecer el peso emocional que contienen ciertos objetos, testimonios de una vida anterior.
¿Y qué hay de la flor, de los árboles, de los jardines y las calles? ¿Acaso el blanco y negro les otorga un poco de sofisticación para olvidar su verdadera locación?
Cualquiera sea el caso, las imágenes ordenadas aleatoriamente en el camino, hilan un relato que hoy en las paredes de El Local invitan a un gran desafío: el salir a caminar, mirar con otros ojos -desprendidos de nosotros mismos- capturando por un instante la belleza colateral que nos mantiene vivos.
Cecilia Medina
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