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UN GRITO EN COLORES

Derek Walcott, en su poema Volcán afirma: “..uno podría abandonar la escritura, por esas señas de los grandes que lentas se consumen, y ser en cambio, su lector ideal, meditativo y voraz, haciendo que el amor por las obras maestras sea superior al intento de repetirlas o mejorarlas, y ser así siempre el mejor lector del mundo…”

Vino a mi mente este poema ante la pregunta de imposible respuesta: ¿Por qué no fue Alberto Greco el escritor que sus notas, cartas y textos dan prueba que ha existido?

Quizás, más que pregunta sin respuesta debería de haber dicho una pregunta sin sentido, porque hoy sabemos que Alberto Greco es un escritor y no deberíamos demorarnos en leerlo.

Gracias al trabajo de investigación de Paula y Eduardo Pellejero, podemos acceder a una visión profunda y desgarradora de la escritura de Alberto Greco.

“La aventura de lo real” reúne escritos organizados según su procedencia: cuadernos, publicaciones, correspondencia y objetos. El trabajo no se limita a la transcripción, sino que aporta notas críticas que hacen accesible el pensamiento del artista y al mismo tiempo, amplían el horizonte de esta investigación en relación a su obra.


Germaine Derbecq, a quien hoy podemos leer gracias a la publicación de sus textos críticos por parte de Ivan Rosado, había anticipado sobre la obra de Greco: “A su cuadro no le es suficiente la pared, desciende en la arena, o más bien se mezcla entre los espectadores”. Sin duda, Derbecq presintió en 1960 que Greco saldría de la pintura, en lo que hoy reconocemos como sus performances vivo-dito. Pero ni siquiera ella, la más perspicaz, nos contó sobre su escritura.

Eduardo aclara que su aproximación a la escritura de Greco fue como invitado a la investigación que inició su hermana, y define su rol, como constructor de una constelación cuyos elementos fueron los hallazgos a los que Paula arribó. Su hermana agradece que el trabajo en equipo le permitió focalizar sobre el pensamiento del artista más allá de las obras con las cuales el mercado del arte lo identifica.

En esos años de trabajo, primero surgió el film y luego el libro. No fue pensado, sino que así es como sucedió. Eduardo recuerda que Paula había quedado muy agotada luego de la edición de “Alberto Greco. Obra fuera de catálogo” y decidió propiciar un viaje a Brasil donde ella dictó un taller en la Universidad donde él es docente. Recuerda que la investigación trajo tantas imágenes nuevas, que sintió que se erigía ante ellos un hombre diferente de la leyenda y también diferente de la película que hicieron sobre él.

Por su parte, Paula sintió que había una oportunidad de profundizar en las palabras. Ella siempre intuyó que en los textos había mucho por descubrir, estaba la voz del hombre detrás de las imágenes que se habían construido del artista.

Un gran obstáculo en el proceso de investigación lo constituyó la sintaxis de Greco, y fue el trabajo minucioso de Paula el que permitió establecer un tono que dio paso luego al fluir de la narración.

“El cuaderno Centurión, está lleno de reflexiones marginales, es una pieza literaria”, señala Eduardo, quien esperaba que lo atraparan las cartas, pero descubrió en este y en todos los cuadernos lo que reconoce como una “ambición literaria” clara y contundente. Y puntualiza, “los relatos pueden hablar de algo que sucedió o ser ficción, pero la escritura nos revela el verdadero Greco, a partir del modo en que lo contaba. Y esa, es una dimensión de él que no teníamos.”

Para quienes han visto el film, recordarán que Paula imaginó que la voz de Greco es la de su amigo y artista German Paley. Pero en la investigación dió con un registro de su voz a través de un cassette donde se grabó un archivo en vinilo de Radio Nacional; y la define como una voz de monje. Lo cual aumenta la curiosidad de todos y esperamos poder en algún momento acceder a escucharla.


Paula señala que los textos de los artistas siempre sufren los riesgos de la catalogación. Dentro de los museos, se limita el acceso a los escritos de un artista visual, exhibiéndose dentro de vitrinas que impiden conocer su contenido. Los cuadernos de Greco están en colecciones y han sido presentados como archivo, como si fuese un contexto de ilustración contemporáneo que debiera de darnos idea del artista pero del cual solo se nos permite contemplar su exterior. De modo que al abrir el texto como tal, se habilita conocer la dimensión literaria de su autor.

Por ello, Eduardo señala que si la obra de Greco abrió hasta aquí horizontes en las artes, estos textos abrirán investigaciones críticas y nuevas preguntas. Como por ejemplo, “¿Habría que hacer un libro solo con los dibujos que tienen escritura?”

La categoría de Texto Objeto, responde a las diversas manifestaciones que se encuentran en una misma pieza: cambio de tinta, de letra, los espacios en blanco, el tamaño y el tipo de papel -entre otros-. Por ejemplo en Guillotin, Paula señala que el hecho de que las hojas giren, indica el modo en que Greco pensó la lectura de la obra.

Sería fantástico que críticos y artistas nos inviten a una experiencia más compleja a partir de la escritura de Greco y quizás quienes tienen cartas u otro tipo de materiales, vean de qué se tratan realmente estas narraciones.

Aquí es donde la visión artística de Paula suma un dato fundamental: “la escritura genera nuevas relaciones en su obra, uno lee e imagina una cosa, luego ve -la imagen- e imagina otra”.

Esta valoración sobre los escritos de Alberto Greco nos obliga a exigir que sus cuadernos, que su rollo y sus cartas salgan de las vitrinas de los museos y pasen a un escenario más amigable y próximo que nos permita leerlo. Porque el trabajo de Paula y Eduardo, que ha hecho legible el material, nos abrió una puerta al mundo literario que desconocíamos.


Personalmente, me conmovió leer su manifiesto, con tachaduras, correcciones y reformulaciones. Coincido con Eduardo en que justamente estas huellas dan cuenta de la seria búsqueda de Alberto Greco por su lugar en el mundo.

Afortunadamente, Greco no hizo caso de las palabra de Walcott y escribió mucho más de todo lo que nos imaginamos. De hecho, su último gesto artístico antes de poner fin a su vida, fue escribir en la pared “Esta es mi mejor obra” y en su mano izquierda la palabra “FIN”. Concluyó así su sufrimiento, su imposibilidad de amar y ser correspondido. Dejándonos el eco de su grito en colores, aquel que exclamó cuando se sintió lleno de ideas y con el bolsillo paralítico.

Cecilia Medina

 

La aventura de lo Real

Escritos de Alberto Greco

Paula Pellejero y Eduardo Pellejero

Ediciones Julián Mizrahi

Primera Edición Especial

Ciudad de Buenos Aires, 2020

Características:

Libro de 344 páginas.

39 páginas imágenes color

 

Alberto Greco

Alberto Greco (Buenos Aires 1931 – Barcelona 1965), artista, publica su primer libro de poemas “Fiesta” en 1950; le seguirán, en 1951, “La canaria”, “De regreso a la ciudad de las naranjas” y “Necesidad de magia”. Desde 1954 a 1956 se instala en París y viaja por Europa iniciándose como pintor tachista. En 1957 viaja a Brasil, realiza una exposición en la Petite Galerie de Río de Janeiro y una conferencia tachista en el Museo de Arte Moderno de San Pablo. En 1959 crea en Argentina, junto a otros artistas, el “Movimiento Informalista”. En 1960 participa de las “Exposiciones Culturales Rodantes”. Realiza la intervención de carteles en la vía pública “Alberto Greco ¡Qué grande sos!” y “Greco, el pintor informalista más grande de América” (1961); expone “Las monjas” en la Galería Pizarro de Buenos Aires. En 1962 viaja a París, realiza su primera obra de Arte Vivo “30 ratas de la nueva generación”; además comienza a realizar sus Vivo-Dito, firmando personas, objetos y situaciones; escribe “Cuaderno centurión”; en Génova publica el “Manifiesto Dito del Arte Vivo”; continúa firmando Vivo-Ditos en las calles de Roma; escribe “Cuaderno Roma”. En 1963 realiza el montaje teatral “Cristo 63” junto a Carmelo Bene y Giuseppe Lenti. Se instala en Madrid, pasando algunos períodos en Piedralaves; realiza numerosos Vivo- Ditos, y el “Gran Manifiesto Rollo Arte Vivo-Dito” con el cual envuelve a la comunidad de Piedralaves; escribe “Guillotine murió guillotinado” y “Bloc de Madrid”. En 1964 inaugura en Madrid la “Galería Privada”; realiza una exposición con dibujos e incorporación de gente viva a las telas en la Galería Juana Mordó; viaja a Buenos Aires y realiza el espectáculo Vivo-Dito “Mi Madrid querido” en la Galería Bonino; viaja a Nueva York y realiza la rifa Vivo-Dito en la Central Station. En 1965 regresa a Madrid, realiza un happening en la Galería Edurne junto a Manolo Millares y el grupo Zaj; viaja a Ibiza donde escribe la novela “Besos Brujos”. El 12 de octubre se suicida en Barcelona.



Autores – recopiladores:

Paula Pellejero nació en Luján, en 1975. Profesora Nacional de Pintura. Es artista y realizadora audiovisual. En 2017 estrena su primer largometraje documental “Alberto Greco obra fuera de catálogo”, el cual recibió premios y distinciones en festivales nacionales e internacionales. Realizó exposiciones individuales y colectivas. En 2015 y 2018 le otorgan la Beca a la Creación del Fondo Nacional de las Artes. Gana el primer premio en Bienal de Artes Visuales de Bahía Blanca (2019).

Eduardo Pellejero nació en Bahía Blanca en 1972. Doctor en Filosofía por la Universidad de Lisboa (Portugal), es actualmente profesor de Estética en la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (Brasil). Ha publicado, entre otros libros: “Deleuze y la redefinición de la filosofía” (2006), “A postulação da realidade” (2009), “Perder por perder” (2015), “Lo que vi (diario de un espectador común” (2017) y “Justicia poética: palabras e imágenes fuera de orden” (2019).



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