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UNA REALIDAD SUPERIOR


Uno de mis poemas[1] persas favoritos de Rumi pregunta: “¿Por qué te quedas en prisión si las puertas están completamente abiertas?”

Si bien no es claro quién es el que formula la pregunta, yo siempre lo identifiqué con la voz de un amigo. Quizás porque es el tipo de pregunta que un buen amigo hace cuando el otro más lo necesita. Hay valor para señalar lo que allí sucede y un tono afectuoso para propiciar la respuesta.

La amistad es un culto: al menos en Argentina, ser amigo es más que ser familia. O dicho de otro modo, solemos definir a nuestros amigos como los hermanos que elegimos en la vida.

Los motivos que nos llevan a relacionarnos con otros inician con el juego en la infancia y, a medida que desarrollamos nuestros gustos e intereses, se van diversificando a través de las afinidades deportivas, políticas, estéticas y sociales, construyendo relaciones que a veces traspasan los límites del tiempo.

Dentro del mundo del arte, las amistades son diversas: a veces complejas, intensas, intermitentes, apasionadas; pero en todos los casos son la mayor prueba de capacidad de entendimiento que tiene nuestra especie.

En las cuatrocientas cartas que Vincent Van Gogh escribió a su hermano Theo, se puede advertir la estrecha relación que los unía. El cariño, la admiración, pero ante todo el tono reposado con el cual Theo calmaba las desesperadas horas de Vincent.

Vincent compartía con él muchas cosas: desde detalles cotidianos hasta las preguntas más profundas que lo preocupaban, llegando a escribirle hasta cuatro veces en un mismo día.

El 16 de Junio de 1888, le decía: “Indudablemente es un extraño fenómeno que todos los artistas, poetas, músicos y pintores sean materialmente desdichados… Eso remueve la eterna cuestión ¿la vida es totalmente visible para nosotros, o bien antes de la muerte no conocemos más que un hemisferio?”[2]

Es esta última reflexión, de un artista a otro artista, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Pueden los hermanos ser amigos?

Según Vincent, sí. En otra de sus cartas -donde deja entrever que hubo algunos problemas entre ellos- le señala: “...me alegro que las sombras del porvenir no puedan empañar nuestra amistad, ni siquiera influirla.”[3]

Otra amistad entre hermanos que ha traspasado el campo artístico propio de cada uno -artista por un lado, dramaturgo por el otro- es la de Adrián y Sebastián Villar Rojas. Más allá de compartir una visión del arte y la realidad contemporánea, ambos disfrutan colaborando con los trabajos del otro.

Recientemente ha sido editado en formato de libro un texto que formaba parte de un fanzine: “Poemas terrestres”[4].

En la nota de la edición se destaca que la obra es una pieza literaria escrita en colaboración; y que esta práctica comenzó cuando ambos eran niños.

Quienes visitaron la Bienal de Venecia en el 2011 no pudieron acceder a este texto: la agregada cultural de la Cancillería decidió censurarlo por estar en desacuerdo con parte de su contenido, por lo que la pila de fanzines fue a parar literalmente a la basura. Y aquí es donde viene a ponerse de relieve el rol fundamental de nuestro tema del día: “desde entonces, aquella edición circuló de mano en mano entre amigos”.

Gracias a uno de esos amigos, un ejemplar viajó con un lote de libros usados a una librería, y de allí llegó a las manos de los editores, quienes orgullosamente declaran haber cumplido “la utopía editorial de que de la basura a la imprenta puede sólo haber un paso”.

La distancia que a veces parece insondable y que complicaría la continuidad de una amistad es transformada por las amigas Paula y Mariana Pellejero, a través de nuevos modos de estar presente en la vida de la otra.

Ellas comparten el apellido pero no son familiares. Se conocieron cuando ingresaron en la Escuela Prilidiano Pueyrredón y desde entonces se alientan, se acompañan, se halagan, se aconsejan y se alegran por la concreción de cada proyecto.

Ambas pueden hablar del trabajo de su colega con la solvencia que les brinda el hecho de conocer el proceso. Lo hacen con la calidez que el compañerismo ha construido a lo largo de los años.

Paula vive en Buenos Aires y Mariana en Mar del Plata, pero es como si estuviesen en el mismo barrio, a la vuelta de la esquina, atentas a la vida y al trabajo de cada una.

Carin Plesky fue una pionera en la difusión del arte argentino en Alemania. Desde su trabajo en el Deutsche Bank llevó a grabadores a exhibir en el espacio de arte de la institución y también en la Goethe, entre otras.

Ella abrió las puertas de un mercado y concretó proyectos culturales que se sostuvieron entre los años 1985 y 2006: en total sesenta exhibiciones.

Carin cultivó una hermosa amistad con Alicia Díaz Rinaldi durante esos años en que concretaron viajes y exhibiciones, manteniendo el contacto hasta la actualidad.

En 2015, cuando acompañé a Alicia a Berlín -como curadora de su exhibición Migraciones- tuve la suerte de conocer a Carin. Sus anécdotas sobre la organización de las exhibiciones, las obras, las comidas y las reuniones deberían estar registradas como documento del arte contemporáneo argentino en el exterior.

También el historiador y curador Michael Nungesser siguió de cerca la obra de Alicia. Y la esposa de uno de los directivos del Deutsche Bank (Gudrum Schultz) comenzó a coleccionarla.

El día de la inauguración fuimos a cenar con Carin, Gudrum y Michael -a quién había conocido el año anterior durante el viaje en el cual ultimé los detalles de la muestra-. Durante esa noche se sumaron muchas más anécdotas acontecidas durante décadas de relación.

Al año siguiente Gudrum vino a Buenos Aires, se hospedó en el Hotel Panamericano. Cuando pasé a buscarla para ir a cenar, me dijo “¿Sabes por qué me hospedo en este hotel? Porque en las habitaciones las obras son de Alicia.”

Kim Yun Shin, escultora coreana que reside en nuestro país desde 1984, convocó a una de sus alumnas predilectas a visitar Buenos Aires y desde entonces Teresa Ran Kim se unió a su mentora para concretar el Museo Kim Yun Shin.

A simple vista, podría interpretarse como una relación de admiración y respeto entre alumna y maestra, pero ellas además de colegas son amigas.

La directora de cine Cecilia Kang ha registrado en el cortometraje documental “En este lugar”[5] parte de la vida de ambas.

Curiosamente, al igual que Mariana y Paula, Ran y Shin comparten apellido sin ser familiares.

Cecilia Kang cuenta que su admiración por ambas radica en lo que las diferencia de las mujeres de su comunidad: mientras que la mayoría son amas de casa o tienen un pequeño comercio, Shin y Ran decidieron vivir solas, dar clases de dibujo y llevar adelante un museo.

Sigrid Nunez escribió El Amigo[6], una novela que cuenta la historia de una amistad que, como las que hemos citado anteriormente, reúne vínculos de mutua admiración y respeto. La protagonista es una escritora neoyorquina que pierde de forma inesperada a su gran amigo y mentor, quien le lega a su perro gran danés -enorme y artrítico-. Por supuesto que no estaba en sus planes tener un perro, entre otros motivos porque en el edificio donde vive está prohibido.

Avanzada la novela, en un pasaje menciona “Hay indicios de que los perros y otros animales tienen una tolerancia más alta al dolor que los seres humanos, pero su verdadera capacidad de sufrimiento -al igual que la verdadera medida de su inteligencia- sigue siendo un misterio”.

Basándonos en esta reflexión, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la protagonista ha pasado de su apatía por las mascotas a preocuparse por ellas. Es decir, que su amigo, aún después de muerto sigue acompañándola y sigue siendo su mentor; permitiéndole transitar el luto con la compañía de alguien que como ella también sufre la ausencia.

Quien los escucha hoy, entiende inmediatamente que la amistad entre Carlos Alonso y Guillermo Roux es entrañable y está fundada en la mutua admiración. En el transcurso de tantas décadas, han construido memorias propias que a la vez conforman la trama de la historia del arte argentino.

Cuando en 2014 inauguraron una muestra de dibujos realizados en colaboración, María Paula Zacharías remarcaba: “Despojados del ego, vuelven a los primeros dibujos. Aparece la risa. Hay lugar para el disparate, la sensualidad, los homenajes mutuos entre dos maestros. Se permiten algún pedido: ¿Me dibujas una nena en un caballo? ¿Me mandás un plato de sopa? Ninguna solemnidad. Es éste un encuentro entre pares. Se lo debían.”[7]

En el relato de Roux siempre surge una anécdota: “pasaron meses y no tenía noticias, me preocupaba que no le gustasen mis dibujos. Un día lo llamé, le pregunté cómo andaba, me habló de la pascualina que tanto le gusta y que le prepara su esposa, pero nada de los dibujos. Así que una semana después volví a llamar, y le pregunté si había recibido los dibujos. Me dijo que sí y después de un largo silencio, llegó su respuesta: no me dejaste lugar donde dibujar.”

La exhibición de Alonso y Roux constó de una serie de dibujos que viajaron en una caja de madera desde Martínez hacia Unquillo y de Unquillo hacia Martínez. Pero el mutuo respeto impidió en los primeros meses poder avanzar. Luego las risas dieron lugar a un maravilloso intercambio de ideas y pedidos que dan prueba de la amistad que los une.

Los buenos amigos siempre tienen la pregunta precisa en el momento indicado. A veces esas preguntas tienen respuestas tan obvias que preferimos ser cómplices en silencio. Tal como lo hacemos frente a una obra, contemplándola con la esperanza de develar su misterio.

Cecilia Medina

 

[1] A community of the spirit, Persian Poets, Every Man´s Library Pocket Poets. Selected and Edited by Peter Washingon. Alfred Knoft, 9th Printed, 2000.

[2] Cartas a Theo. Vincent Van Gogh, Biografías y Testimonio. 506 F, página 269. Adriana Hidalgo Editora, 6º Edición, 2015.

[3] Cartas a Theo. Vincent Van Gogh, Biografías y Testimonio. 304 h, página 121. Adriana Hidalgo Editora, 6º Edición, 2015.

[4] Poemas Terrestres, Adrián y Sebastián Villar Rojas. Serie Maravillosa Energía Universal. Iván Rosado, Rosario, 2020

[5] En este lugar, Cecilia Kang, https://vimeo.com/63777022

[6] El amigo, Sigrid Nunez, Anagrama, Panorama de narrativas,2019

[7] Mano a Mano, Carlos Alonso y Guillermo Roux, Catálogo exhibición Sean eternos los pinceles, 27 de noviembre de 2014 al 20 de marzo de 2015. Ro Galería de Arte, Buenos Aires, Argentina.

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